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El asesinato de la familia Lora Rincón en Aguachica, César, no fue un acto de confusión, como inicialmente se planteó, sino un ataque deliberado y planificado. Según el analista Jacobo Solano Cerchar, el crimen fue un ajuste de cuentas ejecutado por el temido Clan del Golfo.
De acuerdo con las investigaciones preliminares, al pastor y su familia se les realizó seguimiento desde la iglesia en el barrio Villa de Paraguay. Incluso, uno de los sicarios habría ingresado en la última parte de la oración para no perderles el rastro. Cámaras de seguridad muestran cómo una moto, que luego aparece en el lugar del ataque, fue utilizada para vigilar a las víctimas mientras estaban en un restaurante debajo de un árbol de mango.
El atentado fue ejecutado con precisión: dos motos participaron en el crimen, tomando diferentes direcciones tras el ataque. Todo apunta a que los asesinos, descritos como sicarios profesionales, tenían como objetivo eliminar al pastor y su familia sin margen de error.
Contexto del crimen
Aguachica ha sido históricamente un punto estratégico para grupos armados ilegales. Alias ‘Megateo’, líder de la organización ‘Los Pelusos’, utilizó este territorio como centro de operaciones. Actualmente, ‘Los Pelusos’ se han aliado con el Clan del Golfo, una estructura criminal que no solo tiene poder militar, sino también influencia en la política local.
Según fuentes, la iglesia liderada por el pastor estaba siendo extorsionada por este grupo criminal, lo que habría desencadenado el ataque. La Policía ha sido señalada de permitir la acción de los sicarios, ya que una de las motos involucradas pasó frente a la estación policial sin que nadie reaccionara. Además, hay denuncias de que se tardaron más de 8 minutos en llegar al lugar del crimen, tiempo en el que la escena fue alterada por los mismos civiles.
Impunidad y reclamos
A pesar de la gravedad del hecho, 24 horas después del ataque no se han realizado capturas. Este silencio, según expertos, evidencia una preocupante infiltración de los grupos armados en las fuerzas de seguridad.
El caso, que dejó varias víctimas fatales y a una comunidad sumida en el miedo, sigue exigiendo justicia. Sin embargo, todo parece indicar que este crimen podría quedar en la impunidad, como ha ocurrido con tantos otros en la región.
Desde Nuevo Milenio, hacemos un llamado a las autoridades para que esclarezcan los hechos, garanticen justicia y restauren la confianza en la comunidad de Aguachica.